



La elaboración es un cuidadísimo proceso que comienza con la lenta deshidratación de cada racimo de uva, con un rendimiento que asombra: 200 litros por tonelada de uva fresca.
La fermentación en barrica de roble francés lo lleva al 13% de alcohol natural. Después de ésta, se destila y se envejece en barricas hasta 8 meses con un battonage continuo de las lías de la fermentación, clave de este particular brandy.
La cata oficial del vino no podría ser más exacta y oportuna, así que nos limitamos a copiarla:
VISUAL: Oro pajizo clarísimo, limpio y brillante, sutilmente oxidado, pero sin las típicas irisaciones de vejez propias del sistema de soleras. Visualmente transmite mucha pureza de origen, ya que no aparecen ni siquiera ribetes que sean fácilmente identificables, ni tampoco diferencias notables de tonalidad en el cristal, tanto a copa parada como en rotación.
OLFATIVA: A copa parada es una clara destilación con los aromas propios del vino que le da origen. Hay notas de ciruela madura pero no pasificada. Al poner la copa en rotación llegan recuerdos de manzana verde, sin que la volatilidad alcohólica, desequilibre la exuberante y limpia manifestación frutal de este particularísimo destilado.
GUSTATIVA: La evidente manifestación de su grado alcohólico, no desmerece en modo alguno las frutas que se potencian en la parte posterior del paladar, así como el volumen en boca adquirido con el battonage de lías. El retrogusto es largo, aunque delicadísimo y sutil. Nada pesado, agradable y sedoso en extremo.
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