

Envejecido bajo el tradicional sistema de criaderas y soleras, este amontillado ha tenido una considerable crianza biológica (entre 7 y 8 años), por lo que además de su color ámbar, tiene aromas punzantes y propios de su crianza biológica, su crianza oxidativa aporta intensos aromas a frutos secos de cáscara.
En boca, se presenta con una entrada fresca, agradable y algo punzante con un largo y placentero retrogusto.
Acompáñalo de jamón ibérico, quesos muy curados, guisos potentes...
Servir fresco (10-12 grados) pero no frío.
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